domingo, 24 de noviembre de 2013

LIBRO JARDÍN ZOOLÓGICO







Para Arturo Corcuera y su Noé delirante.




EN EL JARDÍN



ü CULEBRITA

Gira en el aire
culebrita de raso,
que entre paso y paso
vas trazando figuras,
que nadie sepa
que nadie escuche,
que eres tan sólo
un trocito de lazo.




ü PALOMITA

Pañuelito de blondas
que te bates en el viento
desplegando tus alitas
poco
a
poco
vas cayendo.

Por los prados, por los campos,
por los bosques, por el mar,
poco
a
poco
palomita
vas cayendo más y más.




ü SUSANA, LA IGUANA

Sobre la rosa
se solea
cuan larga es
la iguana.

Los verdes arboles
sonríen
al verla así
tan plácida
Susana.

Los peces en el rio
la llaman:
¡Susana, la iguana!

Triste los ve pasar
por no poder decir...

¡Hasta mañana!




ü ASNO
Con la paciencia de un profeta
pace por la dehesa, aquel amigo
frugal, a quien la abundancia
no alegra ni la escasez abruma.

En su asombrosa cabeza
cual dos trofeos de guerra
luce sus grandes orejas.

De su destino no trona
cuando sobre el lomo lleva,
duro carguío, con gran fiereza.

Acerado casco que al duro pedregal
desgaja, quedando, de su lerdo paso,
polvo gris, suave cascajo.

Transcurre su vida entre altas montañas,
noches de soledad, extensas llanuras,
oscuridad de estrellas, noches de luna;

brilla en sus ojos tenue dulzura.




ü EL CHANCHITO CASCARÍN

Desde que era un pequeñín
el abuelo de la  granja,
bañaba todos los días
al chanchito Cascarín.

¡Oinc!, ¡Oinc!, ¡Oinc!,
gruñía con alegría
mientras el abuelo cada día
echaba sobre su lomo
cubos con agua fría.

Y la gente que pasaba...
asombradas exclamaban:

¡Que chanchito tan bonito!
¡Que gordito tan feliz!

¿Quién será ese marranito?

Y el abuelo, orgulloso,
sacudía su bigote
y abrazando a su chanchito
respondía muy contento:

El chanchito Cascarín.






EN EL ZOOLÓGICO



ü EL OSO DE ANTEOJOS

Temeroso de la osa
tuerce los ojos
el oso goloso.

Furibunda está la osa
porque no son sus ojos
quienes lo miran,
si no los ojos de la gente
el que su andar acosan.

Ese monstruo de ojos negros
que los celos,  celos son,
ha nublado de la osa

su mirada y su razón.

(Ojos que no ven
corazón que no siente)

Cuatro ojos vigilan
al oso de anteojos.



ü LA CULEBRA

Lazo que se enrosca.

Cuerda inquieta
siempre alerta,
va por la senda desierta
la culebra.

(Astuta como un zorra,
brava como una fiera,
fuerte como el torrente
que marca la ribera)

Siempre alerta:
va por la senda
desierta
la culebra.



ü EL VENADO

Sobre una alfombra verde
como una luz
que centellea,
cruza el horizonte
-      como quien huye de la muerte –
el veloz venado.

Rifle o flecha,
trampa o red;
o lo que sea...
todo aquello sólo daña
su esbeltez y su hermosura.

Amenaza que se cierne
sobre el manto gris
de su lomo refinado.

¡Corre, el venado, corre!

¿Será una sombra que se pierde
en la espesura
o fugaz estrella del negro cielo,
del negro cielo que vela su figura?



ü EL ELEFANTE

A la vista asombra
tamaño gigante,
lento caminante
de gigantesca trompa
el elefante.

Sus orejas grandes
bate al viento,
sacando del letargo
-      de su piel –
a los insectos,
el viajero lento
de la selva verde
que se expande.

¿Memorioso paquidermo?
... el elefante.



ü EL MAQUISAPA

Flexible, como una cuerda
que el aire atrapa,
 es tu figura de goma
maquisapa.

Como una araña negra
que se enrosca
en la liana imaginaria
de una hamaca:
gira aquí, gira allá
el inquieto maquisapa.

Deleite y regocijo
del niño y del adulto
que lo miran:
gira en lo alto, brinca en lo bajo
el inquieto maquisapa.



ü EL CAMELLO

De mirada triste
y andar bello,
bajo el sol abrasador
se desplaza lentamente
el apacible camello.

Sus jorobas son dos picos
apareados en el lomo
o los senos de una diosa
que se doran bajo el sol.

Cual dos montes
sobre el lomo
o cual islas que el mar baña,
-      va camino a su cabaña –
aquel viajero incansable
que es el viejo camello.



ü EL PUMA

De izquierda a derecha
cual un soldado
que marcha,
va por la jaula don puma,
como un cazador que se esfuma
porque ha cometido
una falta.

Su mirada tan alerta
parece que no nos viera.

(¡Oh!, fiera desdeñosa,
parece que te sonrieras
del terror que nos provocas).

Va por la jaula don Puma
tan seguro y tan sonriente,
como el salmón que ya sabe
que va contra la corriente.



ü LA VICUÑA

Vicuña, vicuña, vicuña.

Vicuña
que en tu mirada triste
reflejas la soberbia
de una raza forjada
en el coraje y el arado.

Vicuña
la de la puna helada e inclemente,
de la planicie dura,
del ichu seco y de la hierba ausente.

(Vicuña legendaria
que se incrusta en nuestra historia
como roca milenaria en nuestro suelo).

Vicuña, vicuña, vicuña.

A ti, vicuña
ofrendamos          nuestros ritos
nuestros cantos
nuestros sueños,
 a lo largo de esta patria
que es tan suya como la nuestra
por los siglos de los siglos.

Vicuña, vicuña, vicuña.




ü LA MARIPOSA

Somos como las hojas
que caen del árbol
en el otoño
para posarse sobre las flores.

(alas de mil colores)

Somos copos de nieve
sobre las ramas
en el invierno.

(las alegrías de un rio eterno)

Somos las mariposas multicolores
que van del campo
a la primavera.

(la niña canta por la ribera)

Somos los abanicos
que suaves manos
baten al viento.

(somos verano)

Somos las hojas
somos la nieve
las mariposas de mil colores.



ü EL PICAFLOR

Pica que pica
pica la flor
pica que pica
el picaflor.

Vuelo agitado
polen dorado;
vuelo apurado
pico rosado.

Bate las alas
bátelas ya,
pícala, pícala
pícala ya.

Pícala, pícala
pica las flores,
los picaflores
de mis amores.



ü LA MOSCA

Zumba que zumba
la zumbadora.

Vuela la mosca, la voladora.

Incansable mosquetera,
persistente contendora,
así es vuestra amiga la mosca
en la mesa a toda hora.

Zumba que zumba
la zumbadora.

Vuela la mosca, la voladora.

Presente en el desayuno
en la cena o en el almuerzo,
no vale ningún esfuerzo
cuando de eliminarla se trata.

Te lo digo, yo, la mosca,
quien este poema relata.



ü LA GAVIOTA

Majestuosa y grácil
en el horizonte estío,
su abanico blanco
sobre la mar penetra
la gaviota.

En solitario viaje
hacia un confín lejano,
surca el cielo del verano
en agitado vuelo
la gaviota.

Y en la noche, sorda y fría,
del invierno
se recoge entre las rocas
a la espera de otro día
la gaviota.



ü PEREZOSO

Mira, perezoso amigo,
cuando inicies tu camino
y tengas que recorrer en sendero,
hazlo con sumo cuidado,
lento, lento.

En tu camino fragoroso
de hojarascas, troncos,
ramas, ríos o retamas,
siempre hacia adelante
vas tirando…
lento, lento.

(¿Es tu cabeza ovalada
una pelota de lana
que guarda cierta tristeza?)

Colgado cabeza abajo
parece darte trabajo
pasarte de rama en rama.

Largo se te hace el camino
y más largo se te hace el tiempo,
persevera, viejo amigo…
lento, lento...



ü GARZA

En largos viajes engarzados
lenta, pausada,
con majestuoso batido de alas
te desplazas, larga garza.

Siempre alerta
en rio, laguna o charca,
descansas sobre una pata
con la cabeza hundida
entre los hombros
cual un espía
en espera.

En la noche tú figura
(mira qué bella la luna)
es una esfinge de mármol
nariguda;
en la tarde,
nieve móvil que la mar desplaza
suavemente;
bajo el sol,
nácar tus alas, oro tus plumones,
áureas tus patas.



ü CARACOL

Absorto en el silencio
de la noche, te arrastras
lento, pausado, sereno,
espirado caracol.

Con tus cuernos vas oteando
tu camino;
recto es el sendero
donde queda pegajoso
un hilo fino.

En invierno o en verano
suave y ondulada,
va tu caracola ovalada,
alforja de eterno viajero.

Cae la lluvia, quema el sol,
no desistas, no desandes,
sigue adelante, sigue triunfante
abnegado caracol.


 ü CIGARRA

Canta que canta
canta al amanecer
canta cigarra
canta al anochecer.

Cuando la noche
extiende su oscuro manto,
sale de entre las hojas
como un llamado gitano
una cigarra bohemia.

Suave como un violín,
agudo como una flauta,
se oye entre los pastizales
el canto de una cigarra.

Entre ramas y melodías
que adornan la noche y el día,
entre notas y follajes,
se oye el canto intermitente,
el sonido sin ambages
de una cigarra sonriente.

Canta que canta
canta al amanecer
canta cigarra

canta al anochecer.


ü VACA


Con andar jadeante,
retozando, sobre el verde prado,
la vaca muge, brinca,
bate la cabeza.

Mientras corta
con cuidado sumo
la tierna hierba,
la vaca muestra el esplendor
de una salud resplandeciente.

El preciado jugo de sus ubres
reluce cálido, escondido
al sol que sus rayos llueve
sobre la piel blanquecina
de la vaca remolona.

Las pequeñas astas
que coronan su cabeza,
su pata hendida
que la grama pisotea,
dan a su figura,
paciente y reposada,
la dulce sensación
de un vivo pedestal,
donde se yergue majestuoso
al ancho lomo y el cuello encopetado.

Las diestras manos del ordeño
van tomando la colodra,
donde una lluvia blanquecina
reposará, espesa y dulce.

Y cuando el sol anuncie
la llegada del ocaso,
la bestia enorme,
paciente y reposada,
volverá al establo
a esperar un nuevo día.



 ü CAIMÁN

Como un viejo tronco añoso
tumbado en la ribera del río,
duerme, placentero,
el majestuoso caimán
su lomo duro cubierto de piel gruesa,
semeja la abrupta cordillera
que corta un joven continente;
al final, la inquieta y larga cola
se mueve cual elástica serpiente
en un zigzag amenazante.

Quieto, cual monolito primitivo
que yace entre la tierra primigenia,
el sol va calentando la coraza
que semeja en la fulgida aureola
la cota de un guerrero medieval.

Duerme el caimán bajo el cielo
Vespertino; sus fauces se impacientan
a la espera de una víctima.
Su paciencia y su fiereza,
lo colocan  en la cima del   horror;
cúspide infernal
donde la vida y la muerte

se enfrentan con firmeza.






ADIVINANZAS


Caballero andante.
Estampa galante
Que a la dama encanta.
En el día calla
En el alba canta.
(El gallo).



Pañuelo que al cielo
enrumba a su vuelo,
y en su vuelo fugaz
como un suave aroma,
se vislumbra la paz
de la dulce...
(La paloma).



Rey o caballero,
melenudo o bandolero.
En su casa ciervo
en la selva fiero.
(El león).



Tengo rayas como la cebra
y garras como los gatos,
y aún cuando tengo un reino
no soy el rey de la selva.
(El tigre).



Soy cazador de la noche
y el ratón no me puede ver,
y aunque peco de valiente
el perro me hace correr.
(El gato).



Salta, salta,
salta el muro
y en su bolsa
va un...
(El canguro).

Pone, pone,
ponedora
plumas blancas
voladora.
(La gallina).



Gira que gira y gira
que cuando come
el cuello estira.
(La jirafa).



Todo el mundo me espanta
pero terca como soy,
mientras más me acosa la
muerte
en busca de la muerte voy.
(La mosca).



Lento y desganado
flojo y dormilón,
soy de la pereza
el gran campeón.
(El perezoso).



Lento, lento,
lento se va arrastrando,
y su casa, con esfuerzo,
sobre el lomo va llevando.
(El caracol).



Somos las hojas
de mil colores,
los abanicos multicolores
que caen del árbol
para posarse sobre las flores.
(La mariposa).



Todos me quieren
durante el año.
Todos alaban
mi gran tamaño.
y cuando llega
la navidad
cantan una canción
para comerme
sin compasión.
(El pavo).



Soy alargado y pequeño
además de un gran saltarín.
Salto por las peñas y montes
siempre tocando un clarín.
(El saltamontes).



En la orilla de la playa
es donde estoy.
Quien me acosa y me persigue,
no sabe si vengo,
no sabe si voy.
(El cangrejo).



Soy pariente del caballo
y ando siempre elegante
con mi traje a rayas:
traje de presidiario.
(La cebra).



Llevo de viaje
a todos los niños
pero en mi pico
no van los míos.
(La cigüeña).



Traje verde,
pico de oro.
hablo tanto
Que me atoro.
soy el...
(El loro).



Pico aquí, pico allá
y no paro de picar.
Enemiga soy de los dedos
sobre todo el pulgar.
(La pulga).



Con la lentitud
de una oruga,
vence a la liebre
en la carrera
la persistente...
(La tortuga).



Siempre habito
en los techos,
tejiendo con
mucha maña,
porque soy...
(La araña).



No soy fuego
pero soy llama.
(La llama).



Nada por aquí, nada por allá
y aunque no parezca cierto
aun cuando estoy durmiendo
tengo los ojos abiertos.
(El pez).



Gracioso al caminar
es este pequeño inquilino,
alas negras, blanco pechito,
frío como un hielito
es el gracioso...

(Pingüino).